Los arroyos y ríos podrían bombear dióxido de carbono al aire a velocidades crecientes si continúan calentándose, lo que podría agravar los efectos del calentamiento global, según un nuevo análisis mundial.
Para llegar a esa conclusión, un equipo internacional de investigación llevó a cabo el primer estudio a escala continental de los flujos de carbono que entran y salen de los arroyos a través de seis zonas climáticas principales. Recolectaron datos en cuencas hidrográficas desde Puerto Rico y Oregon hasta Australia y Alaska. En cada uno de ellos, los científicos analizaron el equilibrio entre la fotosíntesis, que utiliza el CO2 atmosférico para generar material vegetal, como raíces y hojas, y la respiración, que devuelve el CO2 al aire.
Los científicos publicaron sus resultados esta semana en la revista Nature Geoscience.
La cuestión es importante porque los ríos y arroyos del mundo intercambian carbono con la atmósfera a ritmos comparables a los de los ecosistemas terrestres y los océanos. Si el calentamiento global continúa, un aumento de las emisiones de carbono basadas en las corrientes podría aumentar la concentración de CO2 que atrapa el calor en la atmósfera.
«Este documento es el primero en examinar los efectos del cambio climático en el metabolismo de los arroyos a escala continental utilizando observaciones de campo», dijo Alba Argerich, coautora que monitoreó los arroyos McRae Creek y Lookout Creek en el Bosque Experimental H. J. Andrews al este de Eugene, Oregon. «Este enfoque toma en consideración la complejidad de un ecosistema, a diferencia de los experimentos controlados en los que se recrean versiones simplificadas de un ecosistema.»
Argerich y otros científicos monitorearon la temperatura del agua, el oxígeno disuelto y la luz solar en la superficie del agua. Los investigadores también simularon el equilibrio entre la producción primaria neta (el producto de la fotosíntesis de todos los organismos en la corriente) y la respiración con un incremento de 1 grado Celsius en la temperatura de la corriente.
Según informaron, el resultado neto de las simulaciones, fue un cambio de 24 por ciento hacia más respiración y emisiones de CO2. Sin embargo, no se proyecta que todas las corrientes respondan de la misma manera. El cambio hacia más emisiones de CO2 parece ser más pronunciado en las corrientes más cálidas, encontraron los científicos, mientras que las corrientes más frías podrían en realidad ver un aumento en la producción primaria neta. El ciclo del carbono en los arroyos también puede verse afectado por otros factores como las plantas y los microbios presentes en el ecosistema del arroyo y los nutrientes que fluyen hacia el agua desde las tierras circundantes.
Argerich realizó su trabajo como investigadora en el Colegio de Silvicultura de la Universidad Estatal de Oregón. Actualmente es profesora asistente en la Escuela de Recursos Naturales de la Universidad de Missouri.
En trabajos anteriores en el Bosque H.J. Andrews, Argerich demostró que los pequeños arroyos pueden exportar cantidades sorprendentes de carbono tanto aguas abajo como a la atmósfera. «Este documento confirma el papel de los arroyos como fuente activa de CO2 en la atmósfera, que puede llegar a ser aún más importante a medida que aumentan las temperaturas globales», aseveró.
Traducido desde: ScienceDaily