La sociedad civil, las empresas, los gobiernos y el mundo académico deben unir sus fuerzas para transformar la economía del plástico.
El 22 de abril, el mayor movimiento ambiental del mundo, la Red del Día de la Tierra (Earth Day Network, EDN), celebró su evento anual mundial, el Día de la Tierra, con el tema «Poner fin a la contaminación plástica». Los impactos de los desechos plásticos en el medio ambiente han sido reconocidos desde hace mucho tiempo por los activistas: los desechos plásticos se acumulan en la tierra y en el océano con graves consecuencias globales para todas las formas de vida, y la investigación académica ha documentado cada vez más los mecanismos en juego. La Red del Día de la Tierra ha estado trabajando sin descanso para concienciar a millones de personas sobre los riesgos asociados con el uso y la eliminación de plásticos, en un intento de hacerles asumir la responsabilidad personal de la contaminación plástica. También ha liderado un movimiento que intenta promover la adopción de un marco global para regular la contaminación por plásticos.
Las iniciativas se han desarrollado junto con el aumento de la conciencia pública sobre la contaminación del plástico. En el momento de redactar este informe, nos enteramos, por ejemplo, de que en el Reino Unido, más de 40 empresas que participan en la cadena de valor del plástico -incluidas las marcas de productos alimenticios, bebidas y no alimenticios, los fabricantes y minoristas, los reprocesadores de plásticos y los proveedores de envases- se han unido al gobierno, las ONG y las asociaciones comerciales para formar «The UK Plastics Pact» (El Pacto de Plásticos del Reino Unido), un acuerdo para reducir la contaminación por plásticos en los próximos siete años. Este acuerdo, el primero de una red global de acuerdos, será replicado en otros países como parte de la iniciativa Nueva Economía de Plásticos liderada por la Fundación Ellen MacArthur. En última instancia, y en opinión de los interesados, el pacto creará una economía circular para los plásticos al centrarse en la innovación para mejorar el diseño de los envases y los sistemas de uso final.
Los ambientalistas seguramente aplaudirán la iniciativa, pero la escala de la transformación requerida para reducir significativamente los riesgos asociados con la contaminación plástica y crear una economía plástica circular completa es enorme. Según el informe de la Fundación Ellen MacArthur: «La nueva economía de los plásticos: Rethinking the future of plastics & Catalysing action» (https://go.nature.com/2HGKYtQ), se espera que la producción de plásticos se duplique en las próximas dos décadas y es posible que para 2050 haya más plástico que peces (por peso) en el océano.
La vida moderna se basa en los plásticos. En un viaje típico al supermercado para comprar alimentos, un consumidor terminaría con una cesta casi vacía si intentara evitar productos envueltos en plástico. Con características increíblemente deseables – siendo ligeros y adaptables – los plásticos son bastante baratos de producir. Por supuesto, es probable que los bajos costos sean engañosos, ya que los impactos ambientales a lo largo de la cadena de suministro de plásticos no suelen tenerse en cuenta en el valor de mercado. La realidad es simplemente que los plásticos en general no son verdaderamente sostenibles, pero no podemos deshacernos fácilmente de ellos. Se obtienen principalmente a partir de combustibles fósiles, con todas las consecuencias ambientales asociadas; en su mayor parte están diseñados para un solo uso, aunque una vez liberados al medio ambiente permanecen allí durante mucho tiempo con efectos adversos para el éste y la salud. La fabricación de plásticos requiere un consumo de energía y también puede dar lugar a vertidos contaminantes al agua, el aire o el suelo, una vez más con consecuencias para el medio ambiente y la salud. Los plásticos alternativos, como por ejemplo los biodegradables, están disponibles pero todavía no representan sustitutos viables de los convencionales para la mayoría de las aplicaciones.
Se han realizado esfuerzos en el desarrollo de enfoques de reciclaje para extraer valor de los residuos plástico. En algunos casos, es posible recuperar materias primas preciosas para utilizarlas en la producción de plásticos nuevos pero similares, mientras que en otros el reciclado convierte directamente los residuos plásticos en productos de alto valor añadido. De cualquier manera, este tipo de innovación podría ser la ruta para cerrar el ciclo material de la economía, reduciendo la necesidad de eliminación de plásticos y la demanda. Pero el reciclaje químico no está exento de limitaciones. Los plásticos que pueden reciclarse fácilmente a menudo carecen de las propiedades que los harían ampliamente útiles. Entonces, ¿se cerrará el ciclo de plástico? Es difícil de decir, pero hay esperanza. Se están logrando avances científicos, pero necesitamos mayor rapidez. Hace falta mucha más investigación para innovar en el abastecimiento, la producción y el reciclaje de plásticos. Es preciso un mayor compromiso cívico para presionar a los gobiernos a que regulen el uso y el desperdicio de plásticos. Por último, todos tenemos que cambiar el comportamiento; tenemos que comprometernos a reducir los residuos plásticos reduciendo el consumo excesivo. Producir más plásticos verdes y reutilizables, y menos plásticos en general, podría conducir a sociedades más sanas y respetuosas con el ambiente.
Traducido desde: Nature